Relatos de las víctimas «Mai més víctima»
He querido coger relatos de víctimas de violencia de género a partir de un documental de TV3, «Víctima mai més». Lo que quiero conseguir es identificar las fases de la violencia en diferentes relatos, con diferentes edades y situaciones familiares. Así podré observar las diferencias entre unas mujeres y otras.
He podido recoger un total de 4 relatos.
Judit: «En un principio me trataba muy bien, pero empezó a provocar discusiones sin sentido y recurre a pegar golpes contra la pared, a romper cosas, etc. Estos hechos los justificaba diciendo que no hacía las cosas bien, que yo le provocaba la rabia y hacia eso por no partirme la cara. Me lo acababa creyendo, no era una buena esposa, no le cuidaba como se merecía y acabas pensando que es la vida que te ha tocado vivir, que no te mereces nada más. Sus celos los justificaba con él hecho de que era porque me creía y yo me lo creía. Acabé siendo una esclava de su vida, hacia todo lo que él quería midiendo cada acto y cada palabra para evitar la posible paliza.»
Carmen: «Mi marido era como dos personas diferentes, en casa era agresivo, celoso, controlador y en cambio en la calle era un hombre perfecto y atento. Esto hacía que mi entorno jamás pudiera llegar a sospechar la situación en la que me encontraba. Me acabé creyendo que los celos que tenía eran porque me quería. Comenzó a alejarme de todo mi entorno, no me dejaba salir de casa y si salía tenía que enviarle constantemente la ubicación.
Así él podría tenerme controlada todo el día. Si me negaba a alguna de sus órdenes él me decía que tuviera claro que tendría unas consecuencias, yo ya estaba habituada a lo que vendría después. Lo único que hacía era taparme la cabeza para que no me matara. Quería arreglar aquella situación, pero sin tener que acabar con la relación. Finalmente decidí pedir ayuda, la policía me enseño unos escalones donde aparecía la palabra pegar, gritar, ahogar, etc. Me preguntó qué en qué escalón me encontraba y me di cuenta de que me encontraba a un escalón de la muerte.»
Kimberly: «Él al principio era muy familiar, muy entregado conmigo y con mi entorno, mis amigas me repetían a diario la suerte que tenía de estar con él. Era muy feliz con él, pero empezó a darme miedo el control que empezó a ejercer sobre mí. Yo iba a ensayar, él empezó a no dejarme ni ir ni volver sola, me recogía y me llevaba y además me hacía salir antes de las clases con la excusa de que tenía un hijo y tenía que hacerme cargo de él. Este control hizo que me acabará separando de todo mi entorno. Me empezó a bajar la autoestima por culpa de sus comentarios diarios de menosprecio hacia mí, lo que se identifica como un maltrato psicológico. Esto pasó a convertirse también en maltrato físico y en una de las palizas me rompió la nariz y me amenazó. Subí corriendo al terrado llena de sangre porque temía a mi vida. Llamé a la policía y en pocos minutos se presentaron allí y le detuvieron.»
Sylvia: «Al principio era encantador, después caí en una rutina esperando y pensando que me tocaría vivir aquel día durante 8 años. Cuando me enfrentaba a una discusión con él yo me quedaba fría, paralizada y sin saber qué hacer. Estaba sometida a un control absoluto. Una amiga mía me preguntó si me había pegado y le dije que no. A lo que me contestó que o denunciaba yo o denunciaba ella. Mi pareja le amenazó diciéndole que si me llevaba con ella le haría la vida imposible y a mí me dijo que si me iba haría que me quisiera pegar un tiro.
Me llegué a plantear el suicidio, finalmente conseguí denunciar y le cayeron dos años y medio de condena.»
Todos los relatos tienen cosas en común. En primer lugar, las fases se pueden observar muy bien, tenemos la primera fase donde todo va bien, pero con pequeñas discusiones. Fase a la que llamamos acumulación de tensión. Al principio todos son encantadores tanto con la víctima como con el entorno de la víctima, consiguiendo así que el entorno nunca sospeche del agresor.
En segundo lugar, en los relatos encontramos la agresión ya sea sexual o física, esta fase la llamamos fase de agresión. Donde la víctima cae en un control absoluto por parte del agresor. Ella ya espera cada día con miedo lo que le pueda pasar y para evitarlo mide sus palabras y sus actos al milímetro con tal de hacer todo los que el agresor quiere a la perfección, evitando así la paliza.
Por último, en todos relatos está la reconciliación. El arrepentimiento inmediato del agresor. A esa fase se le llama la fase de reconciliación. Es un ciclo cerrado, es decir, una vez llegas a la última fase pasas de nuevo a la primera y así continuamente. Una vez se empieza el ciclo de nuevo, éste aumenta de agresividad y cada vez vas subiendo un escalón que se va aproximando a la muerte. Si lo paras a tiempo no llegas al último escalón. Podemos ver como en todos los relatos se somete un control de la víctima absoluto, pero de distintas formas. Al final todas las historias de violencia de género son iguales, pero con diferentes actos por parte del agresor, es decir, consiguiendo el control de su pareja de diferente manera, pero el fin es el mismo. En todos los relatos acaban pidiendo ayuda cuando ya se ven al borde de la muerte. De todo lo que estas víctimas sufren solo se ve una parte; la agresión física, los golpes, el asesinato, los gritos, etc. No se ven todas aquellas secuelas que le acababan quedando a la mujer y esto se puede comparar con un iceberg.
La violencia de género es la palabra visible, pero detrás de cada historia hay muchas cosas invisibilizadas. Vida que existía y lo han heredado en generaciones.
Montserrat Vázquez Cuadra